A través del perdón, los pensamientos se enfocan hacia la libertad.
En el primer escrito se menciona que se debe aprender a mejorar la realidad interna, trabajar en ella y canalizar de tal manera el pensamiento, que la visión interior pueda cambiar y que es necesario iniciar este cambio de manera interna y personal.
Es tal el enfoque de pensamiento que debemos tener, que en estos momentos de la cruda verdad de lo que somos, es cuando más concentración debemos tener y sostener hasta lograr el cambio de mentalidad, lograr una nueva conciencia y por ende nuevos efectos desde mi interior.
Es momento de reencontrar ese niño perdido que abandonamos en el tiempo, en la inmensidad de cosas a las que nos dedicamos, para volver al inicio, a lo fundamental. Es hora de ubicarlo. Ese niño que teníamos en la infancia, que soñaba, que reía, que gozaba y que inteligentemente se proyectaba. Aquel que quería ser siempre un super héroe o una imagen valerosa de ayuda y apoyo para otros.
Ahora en medio del caos, es hora de detenernos, hacer un pare y revisar mirando un poco atrás, en la distancia(…), lo que somos, hemos sido, la huella que dejamos y el impacto que hemos generado. En esa evaluación miremos cuales han sido nuestros resultados, tanto positivos como negativos, hagamos un balance para lograr entender que es lo que nos ha detenido en el tiempo y nos alejó de ese niño que perdimos.
Revisemos cual ha sido la expresión de nuestros sentimientos, de que manera han aflorado o si por el contrario se fueron de prisa con el niño interno que perdimos, por lo tanto, es necesario en este momento, en esa balanza evaluativa, revises cuales son las frustraciones, los odios, las depresiones, la ira, la falta de perdón, las adicciones, la falta de confianza y las necesidades compulsivas que no nos han permitido ver la vida de otra manera. O sencillamente por qué nuestra vida ha sido una autocrítica constante, que no nos permite avanzar de forma positiva, generando ese entorno que siempre hemos buscado, enfocado y preciso para sumir y tomar decisiones optimas y propositivas que nos permitan valorar de mejor manera los momentos y las circunstancias que nos rodean. Ese enfoque que nos permita cada día crecer en pensamiento, en circunstancias precisas y concretas que ayuden a mejorar al niño interno perdido en el tiempo.
Has dos enfoques cerebrales que son básicamente el centro de desarrollo del ser humano, que así mismo se constituyen en dos palabras poderosas, perdón y libertad.
El perdón para mí, para recibir y dar. Y la libertad que me genera el perdón. Ese perdón por el abandono de mi niño interno (mis sueños, mis libertades iniciales, mis proyectos, mi deseo de ser, ser y llegar a ser, mis anhelos y mis metas, mi necesidad de sentirme otra vez ese niño héroe). Solo a través de ese perdón interno y externo, los pensamientos se enfocan hacia la libertad de constituirme como ser humano integral, honesto, humilde, amoroso, sociable y propositivo para mi y para otros, más parecido al anciano de los tiempos. Traducir la frustración de los tiempos vividos de manera devastadora y calculadora que se sumaron a esa lista de cosas negativas que seguramente evaluaste y que anotaste en una hoja, para convertirlo en ese enfoque, esa decisión y ese privilegio de amar. Ese detonante que nos activa y que nos renueva, ese detonante que cada vez que lo tomamos y asumimos nos hace cada vez mejores. Si mejores, mejores seres humanos, personas y por supuesto mejores niños. Hablar y decidir sobre este sentimiento es el camino. Asumir el poder del perdón y el amor, nos conduce a la libertad espiritual, conductual y de aceptación.
¡Perdónate, ámate y sé libre!.
Profesional en Ciencias Administrativas para el sector público, especialista en Gerencia Social, Magister en Desarrollo Local y Calidad Organizacional. Docente universitaria e Investigadora para el Desarrollo Local y el Cambio de Pensamiento.