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sábado, 23 noviembre, 2024

    Tiempos difíciles pero superables

    Nos necesitamos como seres humanos, comunidad y como sociedad.

    La pandemia ha arrojado a mucha parte de la población de este espacio donde vivimos y que llamamos tierra, en un vacío, en momentos de desesperanza, en un puente lleno de incertidumbre; donde muchos se han visto abocados a refugiarse en sus hogares.  Para algunos, su casa se ha convertido en su cárcel, para otros el lugar compartido con su verdugo o su victimario, para muchos otros se ha convertido en un lugar de desolación y tristeza compartida, para otros tantos se nos ha convertido en el espacio ideal de autoanálisis y evaluación de las experiencias vividas y la necesidad profunda de generar cambios positivos  e impactar de manera proactiva en otras personas, para ayudar y que ese granito de arena multiplicado en buenas obras, buenas acciones y ligeros cambios del alma crezcan cada día más, para lograr ese kilometro más de esfuerzo que nos hace falta para ser mejores.

    Nos necesitamos como seres humanos, como comunidad, como sociedad y como parte del entorno donde vivimos, donde nos movemos y así no lo digamos, todo los que sucede externamente en estos momentos en el planeta, nos impacta. Claro que sí, nos impactan las malas noticias, nos impacta la ausencia, la partida de seres que amamos, de personas que conocemos, de personas allegadas y los que no conocemos pero que igual han perdido la batalla en estos momentos y han tenido que abandonarnos.

    Es ahí precisamente en esas ausencias, donde nos detenemos a valorar los momentos dejados de compartir, los abrazos dejados de dar, las sonrisas no manifestadas, los agradecimientos no entregados y la falta de perdón con aquellas circunstancias que no controlamos, que se nos salieron del confort y de nuestras manos y que sin darnos cuenta no logramos cambiar.

    Nos hemos llenado de miedos y estamos perdiendo el control, nos convertimos en nuestros mayores críticos. Cuando se proviene de hogares inestables o problemáticos suelen tener un sentido de la responsabilidad muy exagerado y se juzgan sin piedad, de igual manera en su trato con otras personas desarrollan esta actitud como un acto reflejo, arrojando sus odios internos hacia los demás. No tienen piedad consigo mismos y no la desarrollan con otros, carecen de empatía y su sentido de egoísmo se encuentra bien desarrollado, además sienten que internamente hay algo que no funciona bien y lo saben. Viven su propia ausencia, desasosiego y esa inestabilidad inicial sigue reinando. Oscurecemos nuestra misión.

    Necesitamos alejarnos de nuestros miedos y lograr esa tranquilidad interna que no logramos alcanzar, aprender a escuchar nuestra voz interna, la voz divina, nuestros sentidos y el eco resonante de nuestro entorno. Aprender a desaprender, para escuchar lo que llevamos dentro que necesita sanar y ser liberado. Hay que alejar esos sentimientos y pensamientos paralizantes, construyendo barreras de temor desarrollando en tu vida, afirmaciones que no ayudan ni contribuyen a tu crecimiento como persona y ser espiritual.

    Hay que aprender a ser amables y pacientes con nosotros mismos, ese será un reflejo que debemos aprender para irradiar a los demás. Es un gran principio de amor, del amor hacia nosotros para que esa luz interior crezca, se fortalezca y pueda iluminar a otros. Es un proceso, es un camino, se aprende en el tiempo, no en el nuestro, sino en el tiempo de la divinidad creadora. Dependemos de lo divino siempre, de esa energía que nos inunda y nos irradia, esa energía buena que aprendemos a compartir con otros a través de nuestro amor interno. La impaciencia no nos sirve para aprender a amarnos. Desprendernos del odio, la desesperación, la rabia y las preocupaciones que siempre inundan nuestro barco. Necesitamos podar nuestras ramas para ser renovados, para cambiar y aprender a ser diferentes.

    Necesitamos así mismo seleccionar y cuidar nuestros pensamientos, son nuestro peor enemigo y circunstancia,  que siempre nos aleja de la sabiduría y la paciencia. Todos cometemos errores, no somos perfectos. En este aprendizaje siempre hay equivocaciones y errores, hasta que aprendemos, pero requerimos tiempo para lograr esos cambios, crecer y avanzar sin juzgar, sin juzgarnos y aprender a no juzgar a otros. 

    Hay que aprender a relajar la mente, aprender a dejarla en vacío, cuando se logre ese estado, aprender a ser cariñosos con nuestro pensamiento, liberar los pensamientos para permitir a nuestro poder interior manifestarse, comunicarse, ser, fluir e iluminar nuestra vida, lo que somos y con quienes actuamos. Relajar la mente y decir, me amo, te amo, amo lo divino de mi fuerza interior, amo y doy gracias por lo que me rodea. Aprender a distensionar los pensamientos. Gracias divinidad creadora, siempre eternas gracias.

    En esa relajación hay que aprender a escuchar la voz interior, el poder de lo divino que habita en cada uno de nosotros, aprender de esa sabiduría interior, para agradecer diariamente por lo que soy, el milagro de la vida, lo que se nos permite y lo que cada día logramos, los avances y el amor por todo lo que hacemos, por todo lo que nos rodea y todas las oportunidades que se nos presentan. Así como el amor con que se nos permite tratar a los demás como reflejo de nuestro perdón, de lo positivo que irradiamos y de lo que como ser humano estamos en capacidad de dar como reflejo de lo bueno, noble y aquello que nos permite comportarnos de manera más humana y amable con nosotros mismos.

    Dejemos la crítica y la auto inflexión, ya que esas circunstancias angustian nuestro espíritu. Aprende a reconocer lo que haces bien, los programas de mejora que haz tenido, las situaciones buenas y nuevas en las que participas y acéptalas con felicidad, siente gratitud por los buenos momentos, perdona todos los malos momentos de la infancia, de la adolescencia y aun en la etapa adulta, aprende a perdonar y disfruta de los momentos del gozo, del auto reconocimiento y el amor que te das y estas en capacidad de ofrecer a los demás.

    No siempre seas autosuficiente, permite dentro de ese campo del amor, ayudar y permitir que otros te ayuden. Recuerda que un buen consejo, una buena palabra, el apoyo y el cariño siempre son bienvenidos cuando se necesitan y aun sin necesitarlos, sencillamente ama y agradécelos. Relajar, visualizar, amar y apoyar son aspectos fundamentales en el camino para todos, son imprescindibles en el aprendizaje. Apóyate en otros y sirve de apoyo a los demás, recuerda que eres un ser social y la divinidad creadora busca desplegarse. Es necesario por lo tanto amar el momento malo, amar la circunstancia que nos acongoja y que nos abate, para aprender a florecer, aprender a reír y encontrar esa felicidad interior, para ampliar el reflejo hacia los demás. Agradece cada día esa experiencia maravillosa de haber sido creado y de manera permanente busca impactar con agradecimiento cada momento. Cada día frente al espejo, mira tu rostro y agradece, bendícelo y bendice a otros, desde la sinceridad de tu espíritu.

    Despréndete de las cargas, abultan y no sirven. Viaja ligero, viaja feliz y agradece. Aprende a ser feliz, disfrutando también la felicidad de otros. Aprovecha y sonríe, siempre sonríe.

    Podemos vivir a nuestra manera, siendo felices y deseando la felicidad de los demás, agradece, siempre agradece por cada momento, es un buen inicio para desocupar tu mente, para aprender a relajarla.

    Nuestra capacidad de adaptarnos al cambio, es nuestro poder sobrenatural y divino, esta concedido desde el inicio de los tiempos. Visualiza en la relajación lo que quieres alcanzar y conviértelo en un hábito. Atrévete a amarte lo suficiente, para que el amor te alcance de manera verdadera para los demás. Esfuérzate siempre para ser diferente y aceptarte.

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    sayco

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