El sismo de magnitud 6,2 afectó a las provincias de Gansu y Qinghai y provocó graves daños y desafíos logísticos.
Más de 100 personas murieron y miles quedaron damnificadas por un terremoto de magnitud 6,2 que sacudió a las provincias de Gansu y Qinghai, en China. El sismo ocurrió el lunes por la noche y tuvo su epicentro en la frontera entre ambas provincias, una zona montañosa y de difícil acceso.
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El terremoto causó la destrucción de 4.782 hogares en la zona de Jishisan y cortó el suministro de agua, electricidad y comunicaciones. Las bajas temperaturas, que llegaron a -14 grados centígrados, complicaron las labores de rescate y alivio.
El Gobierno y el Ministerio de Gestión de Emergencias activaron una respuesta de nivel II y enviaron más de 2.000 bomberos, rescatistas, médicos y material sanitario. También asignaron 200 millones de yuanes para apoyar las operaciones.
El presidente Xi Jinping pidió a las autoridades locales que hicieran “todos los esfuerzos posibles” para atender a los heridos, reparar la infraestructura y reubicar a los afectados. Además, destacó la importancia de aprender de la historia sísmica del país.
Este terremoto fue el más mortífero desde 2014 y evidenció las preocupaciones sobre la resistencia de los edificios en estas regiones. En 2008, un sismo de magnitud 7,9 en Sichuan dejó al menos 70.000 muertos y mostró la necesidad de mejorar la infraestructura sísmica.
El epicentro se ubicó en el noreste de la meseta tibetana, una región propensa a los sismos por la fricción entre placas tectónicas en el Himalaya. Otro sismo de magnitud 5,5 se registró en Xinjiang, pero sin reportes de daños significativos.
Ante la urgencia, se enviaron suministros esenciales, como tiendas de campaña, camas plegables, edredones y estufas. Hasta el martes por la mañana, se distribuyeron 111.500 artículos de socorro para cubrir las necesidades básicas de las personas afectadas.