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lunes, 30 diciembre, 2024

    El curioso oficio de contar muertos en La Paz (Cesar)

    Desde el 2005 hasta la fecha, se han contabilizado 1.784 difuntos. El oficio lo realiza un músico.

    Ludys Ovalle

    Ludys Ovalle Jácome
    Especial para El Tiempo
    Valledupar

    Alcides Gutiérrez Pinto es uno de los percusionistas que conforman la Banda Musical ‘San Francisco de La Paz’, pueblo pintoresco del Cesar, amasado entre el aroma de las almojábanas, las costumbres provincianas y las notas melodiosas de acordeones.

    Lea también: Investigan desaparición de Álvaro Rodríguez, reconocido agricultor del Cesar

    La gran mayoría de los habitantes de este territorio lo conoce como ’El Veintiuno’, apodo que se ganó por un dedo ‘extra’ que luce agraciadamente en la mano derecha.

    Los primeros muertos los anoté en un almanaque. Van desde el 2005 al 2011

    En este oficio lleva más de 40 años, arte que heredó de su padre, Miguel Gutiérrez Sierra. A sus 61 años, su espíritu alegre y melódico lo comparte con la curiosa tarea de contar muertos. Desde el 2005, hasta la fecha, ha contabilizado 1.784, todos sepultados en su tierra natal.

    “Los primeros muertos los anoté en un almanaque. Van desde el 2005 al 2011. Los siguientes años los he contabilizado en varios cuadernos”, comenta Gutiérrez.

    Su entrenamiento mental para la estadística de los difuntos proviene de tres semestres de matemáticas y física que estudió en la Universidad Popular del Cesar, sede Valledupar.

    El pionero de esta actividad

    Las primeras personas en su ‘lista de muertos’ fueron sus abuelos: José Tomás Sierra Espinosa, que falleció el 27 de abril de 1974 y Francisco Pinto Úsate, quien murió el 14 de noviembre de 2001.

    La génesis de estas cifras se originó porque en la familia se trenzaban discusiones a la hora de celebrar las misas de aniversario. Las fechas no coincidían entre unos y otros.

    “Cada uno decía un año diferente. Entonces decidí anotarlos en los almanaques que me regalaban los amigos. Después seguí apuntando a otros parientes, entre ellos, mi papá, primos, tíos y otros miembros de la familia”, recuerda el contador de muertos.

    En su habilidosa faena, lleva consigo una vieja libreta y un lapicero, con el que describe detalladamente, fecha de fallecido, día del sepelio, parentesco, nombre, y apodo del muerto.

    Reviso los datos que aparecen en las bóvedas de los cementerios

    En la labor de recaudar información no se salvan las tumbas de los difuntos, ya que algunas personas que perecen fuera de La Paz son sepultadas en los cementerios de esta municipalidad.

    “Estos datos los organizo por mes y año. Hay gente que muere en otros lugares y son enterrados aquí, entonces reviso los datos que aparecen en las bóvedas de los cementerios. No se me escapa ninguno en la lista”.

    También las estrellas

    En su cuantioso inventario sobresalen destacados exponentes del folclor vallenato. Es el caso de Jorge Oñate, célebre cantante de esta población.

    El intérprete musical falleció en medio de la pandemia de coronavirus. Es el muerto número nueve del mes de febrero y la estadística 19 del año 2021.

    Elberto de Jesùs ‘El Debe’ López Gutiérrez, décimo tercer rey vallenato, miembro de la dinastía de Los López, también oriundo de este terruño, murió el 22 de junio de 2007. En el cómputo de los libros de Alcides Gutiérrez Pinto, registra el número 30 de ese periodo.

    “Este año se han muerto 92 personas. La última falleció en un accidente de tránsito. Enero y septiembre son los meses donde más gente han muerto”, asegura con precisión.

    Aunque algunos consideran que su actividad está revestida de dolor y tristeza, él lo considera de otra manera. En este oficio numérico le colaboran Jorge Ramos y Baldomero García Márquez, sepultureros de La Paz.

    Alcides Gutiérrez Pinto
    Ludys Ovalle

    Otros datos los toma cuando perifonean en las típicas calles de su pueblo, las tradicionales eucarística de quienes mueren cada día. Hasta en la casa de los familiares del fallecido recoge información.

    “¡Oiga, no se ha muerto alguno! Ese es el saludo con los sepultureros o con quienes perifonea en la calle. Enseguida me facilitan nombres, apellidos, edad, fecha. Pocas veces voy al cabo de año de los difuntos, porque la gente critica a todo el que entra y sale”, subraya.

    Hasta ahora ninguno me ha espantado. Los muertos, muertos están. Dejan de existir

    En más de una oportunidad ha visitado el camposanto donde mantiene limpia las tumbas de sus parientes. Destaca que no le teme a la muerte, tampoco cree en supersticiones o nada sobrenatural.

    “Hasta ahora ninguno me ha espantado. Los muertos, muertos están. Dejan de existir”, precisa.

    El contador sostiene, además, que su honrosa misión debe persistir de generación en generación. En esta noble labor, nombró como sucesor a su sobrino José Miguel Gutiérrez. Tras su muerte, él será quien registre el número correspondiente en uno de los cuadernos que tiene reservado para ese día.

    “Espero que Dios me tenga con vida muchos años. Mientras tanto, sigo sumando números a los fallecidos”, puntualiza.

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