Fundación muestra su solidaridad con habitantes de la calle, todos los viernes por la noche.
Un cambuche amurallado de arena y piedras, dotado con rústicos plásticos y cartones, hace parte del refugio de Olga Sanabria, una anciana que habita los alrededores de la Terminal de Transporte de Valledupar.
Lea también: DPS aparta del cargo al secretario general tras denuncias de presunta corrupción
“Hace cuatro años perdí a mi familia en una inundación en Guacamayal (Madgalena). Desde entonces, me vine a esta ciudad y vivo en este lugar. Una situación que cada día se hace más difícil, porque cuando llueve me toca salir corriendo a buscar donde pasar la noche”, afirma entristecida, la mujer, de 77 años.
A pocos metros de allí, con sus ropas sucias, descalzos, delgados, cabizbajos, silenciosos y rodeados de colchones desgastados, unos jóvenes también intenta sobrevivir a la crudeza de la miseria que los rodea.
“Viví una situación de conflictos con mi familia en Villanueva, comencé a drogarme y decidí salir de ese lugar. Ahora me siento incapaz de regresar en estas condiciones”, relata, entre lágrimas, Yarley Rueda, otra habitante de la calle.
Ellos hacen parte de los ‘rostros de miseria’ del que pocos conocen en Valledupar.
Es una población flotante, a la que por su apariencia física algunos califican como una amenaza pública, pero, al igual que otras personas, merecen vivir en condiciones mejores. Y es la que les brindan ‘Ángeles de la Calle’…
‘¡Alitas moviéndose!’
Esta es una fundación sin ánimo de lucro, creada en el 2017, cuyo propósito es acompañar y orientar psicosocialmente a la población vulnerable de Valledupar.
“Cada uno de ellos tienen su propia historia. Han sido víctimas de maltratos físicos, verbales y, en la mayoría de los casos, son rechazados y resultan invisibles antes los ojos del resto de la sociedad”, cuenta la psicóloga, Liseth Fernández, directora de la Fundación.
“A raíz de estas necesidades, decidimos crear la Fundación. Inicialmente financiamos estas actividades con nuestros propios recursos”, agrega Fernández.
El equipo de ‘Ángeles de la Calle’ lo conforman 20 personas. No son precisamente seres sobrenaturales con alas, adornados con aureolas de luces, ni espíritus celestes que sobrevuelan el cielo cantando alabanzas.
Son, simplemente, jóvenes de carne y hueso, que recorren cada viernes por las noches las cálidas calles de Valledupar, buscando socorrer a los que habitan en condición de pobreza extrema, llevando más que alimentos y abrazos de solidaridad.
Van 104 misiones
“Las alas son imaginarias. Cada uno de los voluntarios se las ha ganado a base de trabajo, amor y fraternidad. Cada vez que necesitamos realizar una jornada, simplemente hacemos el llamado: ‘¡alitas moviéndose’ . Y entre todos hacemos realidad este gran sueño”, afirma, entusiasmada, Fernández.
Desde la creación de la fundación se han desarrollado 104 misiones, una tarea con las que han visibilizado la problemática de situación de habitualidad en la calle. Y velan para que estas personas tengan acceso a los derechos otorgados por las leyes del estado.
“La primera vez entregamos 50 avenas e igual número de panes. Fue un encontrón de sentimientos, y decidimos seguir avanzando en este ejercicio. Actualmente, entregamos un promedio de 200 raciones de comida por semana, y cuando terminamos la jornada nos queda un sinsabor porque la ayuda sigue siendo insuficiente”, subraya preocupada.
Apoyo de la academia
El impacto alcanzado por ‘Ángeles de la calle’ ha sido positivo, resultados palpados por los entes gubernamentales, al igual que por sectores privados e instituciones educativas, como la Fundación Universitaria del Área Andina.
Esta universidad lleva cerca de 11 meses apoyando esta causa, con acciones encaminadas desde la coordinación de responsabilidad y proyección social,en que se ha incentivado a la población estudiantil, docentes y administrativos para que donen y respalden esta noble causa que beneficia a un gran número de personas.
“La academia es la primera que debe apoyar estas causas, debemos enseñarles a los estudiantes la realidad en la que vivimos y mostrarles que su formación debe ir ligada a un gran compromiso social para que cuando se desempeñen profesionalmente se lo hagan a favor de la comunidad”, señaló Astrid Navarro, coordinadora de Responsabilidad Social de Área Andina.
Solidaridad con migrantes
La semilla de esperanza se ha extendido a otros habitantes en condición de calle, como los emigrantes venezolanos, entre los que se encuentran adolescentes en estado de embarazo, niños y ancianos.
“Es difícil no conmoverse con lo que observamos cada noche. Esto nos lleva a pensar que tenemos una gran compromiso frente a tantas necesidades. Tenemos que ver más allá. Los afectados no solo son los adultos, sino también niños que viven en pésimas condiciones, que desgraciadamente pasan hambre, no tienen un techo donde vivir, ni dinero para menguar el hambre”, precisa César Jaime Urbina, uno de los jóvenes estudiantes del Área Andina, que hace parte de estas actividades.
Aunque no existe un censo concreto de las personas en condición de calle, se estima que la cifra supera los 400, entre colombianos y venezolanos.
“Ahora la población ha aumentado y estamos en el proceso de actualización del censo para ser más específico con sus necesidades”, recalca la presidenta de la Fundación.
Para los próximos días se contemplan nuevas actividades: entregas de regalos a los niños, celebración de dinámicas navideñas, brigadas de salud y alimenticia. En este sentido, la Fundación está solicitando mayores donaciones de colchonetas, mantas, comida, juguetes, libros y otros artículos que les pueda servir para mejorar la calidad de vida de esta población.
“Queremos que todos se sumen a esta causa, los requisitos que exigimos son amor por el prójimo, paciencia y solidaridad. Esperamos que, con los gobiernos entrantes, podamos socializar una propuesta de política de habitabilidad en calle, proponiendo la construcción de un hogar de paso para niños, mujeres en estado de embarazo y ancianos. Esta tarea ya la venimos liderando con la Área Andina, a quienes les estamos muy agradecidos”, puntualizó.
Fuente: El Tiempo.
Directora de Comunicaciones de la Sociedad Colombiana de Cirugía Plástica Estética y Reconstructiva,
Amplia experiencia en diferentes medios: Periodismo, Imagen Corporativa, Comunicación Organizacional, Marketing político, Relaciones Públicas, Protocolo, Proyectos Televisivos a nivel nacional, Asesoría de comunicación, Desarrollo de páginas Web y Mercadeo.