Eran los años iniciales del siglo 21, en una mochila cargada de ilusiones y de sueños por materializar, orientado por el repicar de una caja, el estridente sonido de una guacharaca y las armoniosas melodías de un acordeón, llegue a el valle del cacique upar, oriundo de El Paso, una tierra privilegiada, anclada en un triángulo hídrico formado por los ríos Ariguani, Cesar y nuestra maltratada ciénaga de San Marcos, tierra pujante, de hombres extraordinarios como Alejo Duran, un pasero como yo, que un día en un viejo abril, emprendió con un pedazo de acordeón, el camino que lo convertiría en el primer rey de este valle de mitos y leyendas “Oh Valledupar de los Santos reyes” ”Oh Valledupar maternal, centenaria y bravía” fue esta tierra quien me arropó como mi madre, y no permitió que viviera en carne viva la hipotermia que muchas veces, causa el frío de las cristalinas aguas del Guatapuri.
Después de El Paso; es Valledupar mi segunda patria, aquí vine a pulir y a restregar con estropajo mis habilidades y me formé como abogado en el claustro mater orgullo de los cesarences, nuestra gloriosa y admirada universidad Popular del Cesar, que goza de mi más alta estima y sentimientos de gratitud y admiración, aquí conocí a el amor, aquí he roto y he alegrado corazones y también aquí he sufrido desengaños; en fin, en esta promisoria tierra he pasado las etapas más importantes y transcendentales de mi vida, en Valledupar he vivido media vida, de la vida que Dios me regaló, desde lo más recóndito de mi sentir, exhorto a propios y advenedizos, que no olvidemos que esta es la ciudad de los santos reyes y que aquí debemos vivir como reyes.
Abogado egresado de la universidad popular del cesar y especialista en derecho penal de la universidad autónoma de Bucaramanga.