“… Bailar es rezar, rezar es curar, sanar es dar, dar es vivir, vivir, es bailar…”.
La naturaleza era nuestro vínculo con el Gran Espíritu,a traves de la cual se manifestaba el misterio del silencio,lo sagrado…”. Charles Eastman, Ohiyesa – Dakota Sioux Santee
“… Bailar es rezar, rezar es curar, sanar es dar, dar es vivir, vivir, es bailar…”.
Cuando vi por primera vez, este documental musical, “El viaje del Acordeón”, me transporté a un universo, donde la identidad fluía del espíritu, porque era un recorrido a través del tiempo, las razas, las culturas, la raíz, la magia y sobre todo, la vigencia del alma.
Mi hermano, Reinaldo Sagbini, director de este largometraje, recreó ese idioma mágico que abre los corazones para entender la diversidad, la complejidad, la unidad, la sintonía de una música que juntó sonidos, voces, anhelos, esperanzas, libertad, sentimientos, risas, llantos, almas que transforman ilusiones en nuevas formas de vida.
Una escena que me transportó a lo que no se puede decir con palabras, es la de los rituales; esa, donde muestra a los intérpretes encomendarse a sus deidades para sentir que puede entregar el corazón en un acto sagrado de sabiduría, fe y locura para vencer…
Esa imagen de esa plaza Alfonso López de Valledupar, con todo ese público expectante y pueblo… se quedó para siempre impregnada en mi memoria como lo que somos, no habían palabras que pudieran descifrar, para expresar lo que ese pueblo sentía, manifestaba y se mostraba, eso hay que verlo, para sentirlo…
La ingenuidad del viaje… las metáforas del hielo… que documental cargado de reflexiones… de pueblo, de sensaciones… de ideologías…
El género Vallenato está cargado de una intensa variedad de simbiosis, metáforas, similes, simbolos, elementos, creencias, ritos, fantasías, imaginarios colectivos, es un pueblo que habla con música, sortilegios, conflictos, contradicciones… hasta decir lo que la palabra no puede expresar…
Su trascendencia, su dimensión, no está en una música pueblerina, ni falaz, ni entretenida; que se pretende racionalizar… está, en una esencia llena de hilados conceptuales que logran engranar lo que tantas razas concentran en sus discursos; algunos incongruentes, otros, llenos de sabidurías, conciencias, como en un orden descabellado de lo que quiso engranarse en una raza llamada hoy: “Caribe”.
El concepto de describir tal travesía para llegar a esa simbiosis está bien narrado con una simplicidad y con unas imágenes, bellamente resueltas en una pantalla…ellas hablan por sí solas.
Ver el Viaje del Acordeón es entrar a un universo híbrido que te permite entender un mensaje que un pueblo quiere dar al mundo, sin explicaciones… solo con el corazón.
Valledupar