Realmente son tiempos difíciles, podemos ver ya en el horizonte que estamos viviendo en el final de los tiempos. Nuestra sociedad esa totalmente descompuesta, está enferma. Estamos en la puerta del caos.
Sin embargo, hay aspectos que se deben analizar en momentos en que el ser humano se encuentra en ese punto de quiebre, en el momento preciso que cualquier cosa que declare con sus labios, haga que todo cambie.
Son instantes fugaces, momentos en que la sabiduría toma presencia activa del pensamiento o por el contrario la maldad sale adelante; si, el pensamiento también tiene sus rictus de maldad, pero estos instantes fugases no nacen en el cerebro, en el pensamiento; realmente anidan en el corazón y del corazón habla la boca…
Es importante, por lo tanto, desde la infancia sembrar propósitos nobles en el corazón de los hijos, acompañados de principios y condiciones válidas y asertivas con el objetivo de edificar un ser humano que de buenos frutos. Esos frutos son la paciencia, la tranquilidad, el estar bien, el actuar bien y hacer el bien a los demás, cuando esos criterios y principios están fundamentados, tendremos un ser humano que se abre de manera empática hacia las demás personas, no es egoísta, no es ególatra, es correcto y asertivo, está preparado para vivir en comunidad y ser social, para aportar a su comunidad y a su país.
Cuando se edifica un ser humano, con estos criterios, principios y bases, tenemos un ser humano que aporta, que contribuye, que sirve y sobre todo que es un ser humano de los buenos, cuyo corazón puede declarar situaciones y condiciones de vida optimas, favorables y felices para su vida y la de los demás.
Este ser humano entiende del derecho propio, del amor propio y de lo que le corresponde a los demás sin violar sus principios, tendremos entonces una persona ética, que aporta.
Estas personas construidas dentro de estas escalas, difícilmente tendrán inconvenientes, nada negativo prosperará a su lado, todo lo contrario; cada día será de agradecimiento y gracia porque brilla con luz propia. Ningún rictus oscuro o de maldad, anidara en su corazón, todo lo contrario, será tomado como ejemplo y el bien lo rodeara siempre.
Cuando una persona anida rictus de maldad; hay un antes y un después. Cuando nace, llega a este mundo sin vicios ni maldad en su corazón, es inocente en todos sus actos hasta que tiene uso de razón. Cuando comienza su infancia es como una cámara de video, todo lo ve, todo lo escucha y todo lo quiere imitar, porque percibe por ejemplo y acción lo que ve en su casa y aprende de lo que recibe. Si llego a un hogar enfermo, descompuesto, donde sus experiencias y aprendizajes giran en torno a situaciones limitantes, extremas, peligrosas, degradantes, escazas, donde no tiene oportunidad de vivir en otro ambiente en el cual aprender de manera distinta, inmediatamente su corazón se cierra y el rictus de la maldad comienza a anidar; se da cuenta de sus diferencias con otros, no por el tema económico por demás, sino por las carencias frente a otros; carencias tan importantes como el afecto, el apego, el cariño, los abrazos, los buenos consejos, los principios, los valores y sobre todo las enseñanzas orientadoras de su núcleo familiar.
Estas carencias marcan su corazón y comienza a hablar su boca… llegando incluso a hablar con odio extremo hacia sus vecinos, su comunidad, su país; lo llevan a tomar decisiones sin pensar, fundamentado en su diferenciación social, su distanciamiento de los otros, la sembrada indiferencia en su corazón y acrecienta mas su marcado resentimiento social. Se escucha su corazón cargado de odio, ira y dolor; el cual manifiesta con violencia, agresiones físicas y verbales, consumo de drogas y otras veces alcohol. No recibe disciplina, orden y el escuchar a los otros no es su prioridad, su corazón cerrado no entiende razones, su mente nublada no percibe otro panorama diferente al de su desigualdad, a su debilidad y su nebulosa razón.
Pero, hay un punto de quiebre… hay un momento en que, por designios, iluminación divina, por su naturaleza, por su amor propio y resistencia a su propia impotencia, decide dar un salto, decide cambiar y decreta una situación mejor para su vida, se vuelve resiliente a su entorno, a su espacio y comienza a generarse un cambio de corazón, comienza a desear cosas y situaciones buenas, se aprovecha de las oportunidades que pueden aportar a su propio desarrollo, se reconstruye, se formatea y logra cambiar.
¿Y si nosotros como seres humanos y ciudadanos de bien contribuimos con ese cambio? ¿De qué manera? ¿En este final de los tiempos la gente es muy violenta…que hacer?
Somos luz, somo bondadosos, pongámoslo en práctica, no te cuesta, solo inviertes un poco más de tiempo. Si solo un poco más de tiempo.
Ora, medita, reza o clama por ellos; por ese cambio que necesitamos en nuestra sociedad, al clamar por ellos estamos pidiendo la misericordia del padre y dueño de los tiempos, para que nos ayude, los ayude y ayude los momentos difíciles de nuestra sociedad; inundada en este momento de pedófilos, asesinos, asaltantes, drogadictos, ladrones, violentos, etc., que, como langostas destructoras, acaban con todo a su paso. Pero recuerda ellos tuvieron un principio, pero podemos interceder para cambiar su final y su vida.
Da gracias al Padre celestial por sus vidas, por sus momentos de confusión y llamar a sus espíritus internos al orden, necesitamos reclutar batallones de personas en oración, en meditación, en rezo, en peticiones o sencillamente en diálogos divinos que inunden a nuestro Padre, a nuestro Padre de los tiempos, nuestra divinidad creadora, para que de la manera que habita en nosotros, también habite en ellos; de eso se trata el verdadero ayuno, de construir en nosotros el templo de clamor por los otros, el templo del perdón para los demás, el templo de la luz para el mundo y para nuestra sociedad. La oración es la llave que abre todas las puertas, el clamor de muchos expande las maravillas que están guardadas en el universo para todos. Tú, formas parte de ese punto de quiebre, tú decides si quieres ser parte de este acto de humanidad y de perdón, es un acto genuino, de corazón, porque de tu corazón, hablan tu boca… no solamente cambiaras tú, sino que encenderás miles de lámparas en los corazones oscuros, tú eres luz y eres luz cegadora, ayuda a iluminar más para que múltiples corazones hablen en una sola voz. La voz de la unidad y del perdón.
Profesional en Ciencias Administrativas para el sector público, especialista en Gerencia Social, Magister en Desarrollo Local y Calidad Organizacional. Docente universitaria e Investigadora para el Desarrollo Local y el Cambio de Pensamiento.
