La venta de la empresa colombiana a Venezuela y sus consecuencias.
La venta de la participación colombiana en Monómeros a PDVSA en 2006 representa un punto de inflexión en la historia de esta empresa clave para el sector agrícola del país. Esta decisión, tomada durante el gobierno de Uribe, dejó a Colombia en una posición de vulnerabilidad frente a las decisiones políticas y económicas de Venezuela.
A pesar de las sanciones impuestas a Venezuela, Monómeros ha gozado de una excepción que le ha permitido operar con relativa normalidad. Sin embargo, esta situación podría cambiar si se detectan irregularidades en sus operaciones, como la reciente transferencia de fondos a Pequiven, una entidad sancionada por Estados Unidos.
La intención de Maduro de vender Monómeros responde a la necesidad de obtener liquidez en medio de una profunda crisis económica. Sin embargo, esta operación se enfrenta a múltiples obstáculos, tanto internos como externos. La posible reimposición de sanciones a Monómeros podría frustrar los planes de venta y generar incertidumbre en el mercado de fertilizantes.
El impacto en Colombia: más allá de los fertilizantes
Para Colombia, la privatización de Monómeros representa un riesgo para la seguridad alimentaria, ya que la empresa suministra una parte significativa de los fertilizantes utilizados en el país. Además, la estabilidad de 1.600 empleos está en juego. Si bien el gobierno colombiano ha expresado su oposición a la venta, la realidad es que tiene pocas opciones para influir en la decisión final.
El futuro de Monómeros se presenta incierto. La combinación de sanciones internacionales, crisis económica en Venezuela y la inestabilidad política regional crean un entorno complejo para la empresa. A corto plazo, Colombia deberá buscar alternativas para garantizar el suministro de fertilizantes y proteger los intereses de los productores agrícolas. A largo plazo, es necesario replantear la estrategia nacional en materia de seguridad alimentaria y soberanía alimentaria.
Fuente informativa:- Zona Cero