José Eduardo Castro Orcasita, defensor de derechos humanos, exige medidas efectivas tras sufrir un ataque en octubre de 2024.
El 26 de octubre de 2024, José Eduardo Castro Orcasita, presidente de la Fundación Novos Amaneceres, sobrevivió a un atentado armado que reforzó sus denuncias sobre la falta de protección estatal. La fundación, dedicada a apoyar a mujeres y niños víctimas del conflicto armado, ha alertado repetidamente sobre los riesgos que enfrentan los defensores de derechos humanos en Colombia. ( Además: Cabal propone reformar el sistema penal juvenil contra bandas )
Castro Orcasita, reconocido por su labor humanitaria, asegura que enfrenta amenazas persistentes y documentadas. A pesar de su registro oficial ante la Fiscalía y sus múltiples denuncias, considera la respuesta institucional “inadecuada e insuficiente”.
En una carta abierta dirigida a medios de comunicación, el líder social relató cómo su trabajo lo ha convertido en blanco de ataques. Aunque tiene una medida de protección asignada por el Estado, la describe como “simbólica”, ya que solo cuenta con un escolta, a pesar de que informes oficiales reconocen el alto riesgo que enfrenta.
“Cada mañana me pregunto si será el último día que podré abrazar a mi hijo de un año”, confesó Castro Orcasita, reflejando el miedo constante que vive junto a su familia. Esta situación no es aislada: según organizaciones sociales, al menos 150 líderes fueron asesinados en Colombia entre 2023 y 2024, lo que demuestra un patrón de desprotección.
Un llamado urgente a la acción
El caso de Castro Orcasita ejemplifica la crisis de seguridad que enfrentan los defensores de derechos humanos en el país. Pese a las alertas tempranas y las solicitudes de ayuda, las garantías brindadas por el Estado suelen ser insuficientes.
Organizaciones internacionales han instado al gobierno colombiano a fortalecer sus mecanismos de protección, especialmente para quienes trabajan en zonas de conflicto. “No podemos seguir contando muertos; necesitamos acciones concretas”, señaló un portavoz de Amnistía Internacional en relación con este caso.
Mientras tanto, Castro Orcasita y su familia continúan en la mira, esperando que su voz genere un cambio real. Su lucha no solo es por su seguridad, sino por la de todos los líderes sociales que arriesgan sus vidas por construir un país más justo.
