Bandas rivales como ‘Los Costeños’ y ‘Los Pepes’ exigen pagos simultáneos bajo amenaza de muerte. Asesinatos de motocarristas y cierres de tiendas evidencian crisis que se extiende a Barranquilla.
Comerciantes y transportadores de Soledad enfrentan un dilema mortal. Si pagan extorsión a una banda, la rival los ataca por no tributarles. Si dejan de pagar a la primera, reciben amenazas del otro grupo. Esta doble presión elimina cualquier opción segura. Las víctimas viven bajo constante zozobra. ( Además: Joven fallece al chocar motocicleta contra andén en valledupar )
El fenómeno se agrava cada semana. Pequeños negocios y motocarros son blancos prioritarios. Los criminales operan con impunidad total. La comunidad siente abandono institucional. El 19 de junio, sicarios en moto asesinaron a dos motocarristas. Una víctima fue Carlos Durán Marín, de 37 años. Pagaba 40 mil pesos mensuales a una organización. La Policía investiga si el doble homicidio fue por disputas entre bandas.
Tras el crimen, circularon panfletos amenazantes. Los conductores de motocarros dejaron de trabajar dos días. Este silencio en las calles mostró el terror colectivo. El transporte informal es vital para economías locales. Cuatro tiendas cerraron definitivamente en la calle 54. Ocurrió en la Ciudadela Metropolitana. Los tenderos enfrentaron amenazas cruzadas: pagar a una banda significaba ataques de la contraria. "Quedaron contra la espada y la pared", según testigos. Prefirieron perder su sustento antes que arriesgar vidas.
Este patrón se repite en otros sectores. Hasta viviendas reciben extorsiones según su fachada. La urbanización Nueva Esperanza ya reporta estos casos. La criminalidad devora barrios enteros.
Patrón violento
José Chávez Ardila, conductor de buses, fue asesinado el 5 de septiembre. Su empresa, Cooasoatlan, se negó a pagar vacunas. Sicarios lo esperaron al salir en Villa Estadio. Víctor Gutiérrez Crespo, alias ‘El Soldadito’, confesó el crimen. Pero los autores intelectuales siguen libres. Audiencias confirmaron que ‘Los Costeños’ ordenaron el ataque. Mientras tanto, balaceras continúan. El 2 de abril, un hombre disparó contra un supermercado en Villa Katanga. Nunca hubo capturas.
Aunque detienen sicarios materiales, los cabecillas operan libremente. Las bandas mantienen estructuras sólidas. Cada captura parece simbólica ante la escala del problema. Vecinos denuncian que las autoridades no muestran resultados contundentes. Los casos se acumulan sin resolverse. Las investigaciones rara vez escalan hacia los financiadores. Esta impunidad alimenta más violencia. Los comerciantes pierden fe en el sistema.
Expansión metropolitana
Barranquilla sufre la misma plaga. Zonas como Chiquinquirá, San Roque y Rebolo reportan extorsiones diarias. Los disparos contra negocios son rutina. Muchos comerciantes pagan en silencio por miedo. El suroriente es especialmente crítico. También hay focos en el suroccidente. La frase local lo resume: "Si en Soledad llueve, en Barranquilla no escampa". La metrópolis completa está sitiada.
La ciudadanía exige acciones reales. Piden romper la normalización de las vacunas. Soledad requiere estrategias integrales: inteligencia policial, protección a testigos y justicia eficaz. Mientras bandas disputan territorios, los civiles pagan el precio. Cada cierre de negocio o muerte erosiona el tejido social. La solución demanda coraje político y recursos sostenidos.
Fuente informativa:- Zona Cero