Talleres realizados para academia, actores regionales, productores y comunidades indígenas beneficiarias.
El proyecto frijol alto en hierro financiado por FONTAGRO ha venido difundiendo herramientas de gestión del riesgo agroclimático a la academia, actores regionales, productores y comunidades indígenas beneficiarias.
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Durante el ciclo de capacitación y difusión del primer año del proyecto se realizaron cinco talleres. Las actividades se dieron en la Universidad Libre de Barranquilla, la Fundación Universitaria del Área Andina, campus Valledupar, aldea Cuba-Putumayo y comunidades arhuacas de los resguardos de Umuriwa e Ikarwa ubicados en la zona rural de la capital del departamento del César.
Los talleres fueron conducidos por el investigador Ph.D. Adriana Tofiño, estudiante de último año del Centro de Investigaciones Motilonia; Yanine Rozo, investigadora maestra del Centro de Investigaciones Palmira; Douglas Gómez, investigador maestro del Centro de Investigaciones Tibaitatá; y Elizabeth Rochel, profesional de transferencia de tecnología del Centro de Investigación La Suiza (sede Cúcuta).
En los talleres se manejaron dos tipos de estrategias: Para la academia y asistentes técnicos se abordó el manejo del Módulo B del Sistema Experto MAPA para la gestión del riesgo climático desarrollado por AGROSAVIA (en este espacio un joven Arahuaca integrante del Fondo Acción agroecológica semillero de la comunidad Umuriwa), y para las comunidades beneficiarias, las alertas relacionadas con bioindicadores y otros elementos dentro de su vida cotidiana como productores que les permitan predecir y adaptarse a los cambios climáticos.
“Si bien las mesas agroclimáticas coordinadas por el IDEAM han desarrollado un excelente trabajo en la difusión de los boletines agroclimáticos, se requieren acciones complementarias para que la academia y los actores conozcan y difundan el uso de las herramientas que están disponibles para la toma de decisiones climáticas. decisiones inteligentes, en el desarrollo de actividades en diferentes cultivos, entre ellos, el frijol”, dijo el investigador Douglas Andrés Gómez.
En el trabajo con las comunidades se involucraron estrategias pedagógicas y participativas, como cartografías sociales y mapas parlantes que se construyeron con el campesinado para identificar cuál es la percepción que tienen sobre posibles cambios en las zonas de siembra, tiempos y trabajo cultural en el cultivo. de frijoles .
“Esta información es de gran relevancia para la priorización de áreas de siembra de frijol con alto contenido de hierro. Este trabajo con pequeños productores a partir de un lenguaje familiar y condiciones propias del entorno favorece lazos de confianza con los técnicos de la corporación”, destacó Elizabeth Rochel, profesional de Transferencia de Tecnología.
Por su parte, la investigadora Yanine Rozo destacó el trabajo con los indígenas: “En el trabajo con las comunidades indígenas, las metodologías participativas como en este caso los mapas parlantes, facilitan la interpretación del significado que le dan a la vida productiva. prácticas en torno al cultivo del frijol y los sentidos que tiene para ellos como elemento que trasciende el alimento hacia la cotidianidad y la espiritualidad”.
Cabe señalar que actores de la cadena del frijol, como Fenalce y la Fundación Universitaria del Área Andina, participaron tanto en capacitaciones en manejo de software como en talleres con las comunidades. De esta manera, se fortaleció un discurso común en torno a los frijoles con alto contenido de hierro.
