Edwin Arrieta, reconocido médico, invertía la mayoría de sus ingresos en viajar y ayudar a los demás.
Hace un mes, el mundo se conmocionó por el brutal asesinato del cirujano colombiano Edwin Arrieta a manos del chef Daniel Sancho en una isla tailandesa. El médico, que era uno de los más prestigiosos y exitosos de Sudamérica, tenía un patrimonio más modesto de lo que se creía.
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Según su hermana, Darling, Edwin no acumulaba bienes materiales, sino que gastaba la mayor parte de su dinero en viajar y conocer el mundo, su verdadera pasión. Entre sus pocas posesiones se encontraban un automóvil Mercedes Benz y algunos accesorios de plata.
Los consultorios donde ejercía su profesión eran alquilados y no propios. Además, vendió una cabaña que tenía en Coveñas (Sucre) para comprarle un apartamento a su hermana en Lorica.
Arrieta también se destacaba por su generosidad y bondad. Donaba cirugías a niños quemados sin cobrarles nada y le había dado una tarjeta de débito a Sancho, su asesino confeso, en la que depositaba alrededor de 20.000 euros mensuales.
Sancho, por su parte, tenía planes de casarse en Indonesia con su novia, hecho que al parecer provocó una discusión entre él y Arrieta que terminó en tragedia. El criminal confeso golpeó mortalmente al médico, lo llevó hasta el fregadero para intentar reanimarlo y luego lo descuartizó.
La Policía tailandesa ha confirmado que se trató de un acto premeditado y ha reconstruido los hechos que llevaron al crimen. El juicio contra Sancho continúa en curso.
La muerte de Arrieta ha dejado un vacío en la comunidad médica y en la sociedad en general, resaltando la pérdida de un talentoso y generoso profesional que dedicó su vida a ayudar a otros.
